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26♥|♥Te presento a mi amante♥|♥ - Página 2 Empty Re: ♥|♥Te presento a mi amante♥|♥ Vie Oct 07, 2011 9:36 pm

Cinthia Swan

Cinthia Swan
Neofito
Neofito

Epilogo
Si creía que la universidad era difícil, solo era cosa de intentar terminar el semestre con ocho meses de embarazo.
Había subido aproximadamente ocho kilos, y lo de comer por dos me lo había tomado muy en serio. A pesar de la insistencia de Edward por que reposara, yo había decidido terminar el semestre y luego tendría todo el último mes para descansar, o al menos eso pensaba.
Por supuesto los chismes no se habían hecho esperar, y los murmullos cada que yo pasaba por los pasillos o entraba a la cafetería no eran para nada discretos, aunque yo estaba segura que mi secreto estaba a salvo, los únicos que sabían quien era el padre de mi hijo jamás lo dirían, y aunque no se atrevían a preguntármelo directamente sabia que todos mis compañeros se morían por saberlo.
Había escuchado rumores que circulaban por el campus sobre las posibilidades de mi creciente pancita de embarazada, desde las más horribles como la violación, hasta las que involucraban al espíritu santo, yo solo me reía o rodaba los ojos cuando escuchaba la nueva forma en que me habían embarazado. Edward no estaba del todo contento con la situación. Después de que me fui a vivir con él a casa de los Cullen, era aun más difícil esconder lo nuestro, las cosas serian difíciles si alguien se enteraba de donde vivía ahora. Edward había considerado la posibilidad de mudarnos pero yo no quise, me sentía incomoda con el embarazo, los pies y la espalda me dolían todos los días, sin descartar los antojos y las hormonas que hacían conmigo lo que quería. En realidad lo que menos necesitaba era una mudanza.
La boda la estábamos organizando para después del parto, no me entusiasmaba mucho la idea de una boda, pero ser la esposa de Edward era algo que definitivamente me moría de ganas de ser.
— ¿Qué te parece Caroline? — preguntó Rosalie.
— No suena a Caroline — contestó Alice — ¿verdad Bella?
— No me convence — mordí mi sándwich mientras pensaba en otro nombre que no estuviera en la lista de los quinientos descartados. Alice me había dicho alrededor del cuarto mes que seria una niña, y confirmado mas tarde por el doctor — ¿Cathy?
— Gisele suena mejor — sugirió Alice.
— Suena a prostituta de la edad media — se horrorizó Rose.
— Entonces Fiona — saltó Alice de su asiento.
— ¿Fiona? — Pregunté horrorizada — espero que en un futuro mi hija aspire a algo mas que un ogro y un burro parlanchín.
— Disculpen — una voz bastante conocida se escuchó detrás de mi, volteé y Jessica estaba de pie — ¿puedo sentarme?
Di un vistazo a la cafetería, había decenas de mesas en donde podría sentarse, bastante lejos de mi.
— ¿Por qué? — preguntó Alice.
— Quiero disculparme — se sentó sin esperar una respuesta — Bella siempre has sido una chica que me agrada y que a la vez odio.
—Vaya forma de disculparse — se burló Rose, yo permanecí en silencio.
— Me refiero a que si Mike no se hubiera empeñado en estar tras de ti todo el tiempo podríamos haber sido las mejores amigas, y aunque tu no le hacías caso yo te odiaba por robar su atención. Ahora sé que Mike es un idiota y que me deje influenciar por Lauren para hacerle saber a tu padre que al profesor Cullen y tú tenían una relación.
— ¿Fuiste tu? — Pregunté molesta — Jessica será mejor que te vayas…
— Solo quiero decirte que lo siento, y que no diré nada sobre el papá de tu hijo.
— Mas te vale que así sea — amenazó Alice, pero en realidad junto a Jessica se veía pequeña y frágil — por que Rosalie te patearía el trasero.
— No lo dudo, y Lauren tampoco dirá nada, la amenacé con contar sobre su aumento de busto y el "arreglo" de su nariz.
— ¡Lo sabia! — gritó Alice.
— Está bien Jess, sin rencores.
— Gracias Bella y felicidades — se puso de pie, pero se volvió a sentar — ¿quieres saber que es de Tanya?
— No — respondí.
— Claro que si — contestaron Rose y Alice y yo las asesiné con la mirada.
— Lauren me digo que trabaja como camarera en un restaurante de comida china en Nueva York y por las noches trabaja en un club que esta debajo de su departamento... de estríper, para poder pagarlo, parece que su padre la desconoció cuando supo lo del aborto, es un católico muy devoto y no se lo perdonó.
— Pobre — exclamé en un susurro.
— Yo no diría "pobre" yo diría "bien merecido" — dijo Rose, y claro, Tanya había sido una bruja y ahora solo estaba cultivando todo lo que cosechó.
— Muchas gracias por la información, ahora si dormiré tranquila — Alice sonrió complacida por la vida que ahora llevaba Tanya.
o.O.o.O.o.O.o
— Renesmee — dije sonriendo, y levanté un poco la cabeza para ver a Edward que estaba sentado frente al piano.
— ¿Renesmee? — Preguntó Edward alzando una ceja — significa…
— No lo sé — me encogí de hombros y volví a recostarme en el sofá — es una combinación entre el nombre de mi madre y de Esme ¿no te gusta?
— No es que no me guste, es… diferente.
— Claro y único, por que Renesmee será única.
— Renesmee Cullen — Edward meditó el nombre por un segundo — suena bien.
— Me alegra que te guste, tenia miles de nombres descartados, ya no sabia que hacer hasta pensé en ponerle… — me quede callada al sentir un enorme dolor en el vientre — ¡ay mierda!
— ¿Ay mierda? — Se burló mi novio — te amo pero jamás te habría dejado que le pusieras así a nuestra hija.
— No, no — dije intentando ponerme de pie, lo que hizo que el dolor se intensificara, al pararme note un liquido caliente recorrer mis piernas y mojar completamente el sofá.
— Oh por Dios —Edward corrió a mi lado y me sostuvo antes de que me doblara del dolor.
— ¡Me duele! — Grité — ¿Por qué me lastima? ¿No le gustó el nombre? ¿Edward?
— No amor, estás a punto de dar a luz — sonrió y me miró a los ojos emocionado, pero yo entré en pánico.
— ¿Ahora? — Abrí los ojos, no estaba preparada, había leído un par de libros de embarazo, conocía casi todo acerca de los cambios que presentaría mi cuerpo, como crecería el bebé dentro de mi, que comer y que no, pero jamás advertían que hacer cuando lo ibas a tener — no estoy preparada, no estoy lista aun, dile que se espere.
— Bella no seas absurda — me regañó e intento caminar pero yo me mantuve pegada al piso.
— ¿Absurda? — Pregunté molesta — está claro que no serás tu él que tiene una bebé dentro de ti luchando por salir.
— Bella no te asustes — Edward tomo mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos — ambas van a estar bien y entre mas rápido lleguemos al hospital mas pronto terminara, tendrás a Renesmee en tus brazos, el dolor y el miedo se habrán ido.
— Es verdad, ¡entonces no se que haces ahí parado hablando en vez de llevarme al maldito hospital! — rodó los ojos y me ayudó a caminar hasta el Volvo. Edward me acomodó en el asiento del copiloto y rápidamente rodeo el auto para salir a toda velocidad al hospital. Sentí otra contracción y enterré las uñas en el asiento.
— Respira Bella — Edward inhaló junto conmigo y dejó salir el aire, explicándome como hacerlo — vamos cariño, respira.
— ¿Y que demonios crees que hago? — Murmuré entre dientes, mirándolo de reojo, era increíble como me irritaba, si, lo seguía amando pero en verdad quería quitarlo del volante y hacerlo callar —no podré, Edward no voy a poder.
— Claro que podrás, y todo saldrá bien — me animó sosteniendo mi mano entre la suya — piensa en la bebé ¿no quieres ver su rostro?
— Ya lo vi ¿podría quedarse ahí mas tiempo? — chillé.
— ¿Cuándo lo viste? — entramos al pueblo, dejando atrás la carretera del bosque.
— Alice me dijo que seria hermosa, así que hace un par de semanas hice un ultrasonido 3D.
— ¿Por qué lo hiciste? — preguntó algo molesto, ambos habíamos quedado en que no haríamos ese tipo de ultrasonido, queríamos ver su carita por primera vez cuando naciera. Sentí una nueva punzada de dolor y grité, apretando la mano de Edward lo más fuerte que pude.
— ¿Quieres discutir eso ahora? En serio ¿ahora? — grité viendo el hospital a un par de cuadras frente a nosotros. Recé por que todo saliera bien y por que Edward me perdonara por mi actitud.
Se estacionó como pudo frente a la puerta y bajó del auto pidiéndole al guardia una silla de ruedas, abrió la cajuela del coche y sacó la maleta que ya teníamos preparada con ropa de la bebé y un cambio para mí. Una enfermera vino con la silla de ruedas.
— Mi mujer va a tener a mi bebé — dijo Edward orgulloso, puso la maleta sobre la silla de ruedas y camino hacia el hospital empujando la silla. ¿Y yo que? El guardia le hizo señas hacia mí y vi la sorpresa en el rostro de Edward cuando me miró, se puso rojo, más que cuando yo me avergonzaba y regresó corriendo por mí.
— Lo siento cielo — se disculpó — no eres la única nerviosa aquí.
Salí con su ayuda del auto y me sostuvo entre sus brazos mientras la enfermera acercaba la silla, lo abracé con fuerza, el besó mi frente y después mis labios.
— Vamos a ser papás — sus palabras apenas fueron un susurro, pero de pronto todo estaba bien, así entre sus brazos, las dos, me di cuenta de que todo saldría bien, tenia un excelente doctor como lo era Carlisle, y un excelente hombre a mi lado, apoyándome.
Ingresamos al hospital, pero para mi sorpresa en vez de llevarme a una sala de partos, me llevaron a una habitación, antes de que pudiera preguntar algo Carlisle apareció en la puerta.
— Papá — exclamó Edward al verlo — a Bella se le rompió la fuente y…
— Lo sé hijo, tranquilo.
— Carlisle — lloré — ¿Qué hago aquí? Renesmee quiere nacer.
— La enfermera te ha revisado y aun no es tiempo.
— ¿Aun no? ¿Y por que tiene las contracciones? — preguntó Edward.
— Bella, esto ya lo habíamos hablado y seguro lo has leído en los libros de maternidad, el que ya tengas las contracciones no indica que ya vaya a nacer la bebé, tienes que dilatar por lo menos diez centímetros.
— ¿Y cuanto tiempo tomara eso? — pregunté sintiendo otra pequeña contracción.
— Bella eres primeriza, normalmente las madres primerizas tardan entre… — hizo una pausa y miró a Edward, como buscando una aprobación — entre diez y doce horas.
No dije nada, solo miré a mi suegro, intentando asimilar lo que me había dicho. Doce horas máximo con los dolores. Esta era la consecuencia de acostarse con Edward Cullen.
o.O.o.O.o.O.o
— ¡Me duele! — grite, apretando la mano de Edward.
— Lo sé cariño, una vez mas — aun con el inmenso dolor, pude sentir la ternura de Edward al quitarme el cabello mojado por el sudor del rostro.
— No puedo — lloré de impotencia, me sentía débil. "Una vez mas" eso me había dicho hace unos minutos y Renesmee se negaba a salir — ya no puedo.
— Aquí esta la cabecita — me dijo Carlisle, y entonces me di cuenta de lo que estaba pasando. Carlisle, mi suegro, estaba frente a mi, yo estaba en una situación bastante penosa si se toma en cuenta que mi medico era mi suegro, así que eso tenia que terminar. Pujé con todas mis fuerzas, aun por encima del inmenso dolor que me produjo, apreté la mano de Edward al grado de sentir que le fracturaba algún hueso y entonces solo hubo cansancio. No más dolor. Cansancio y silencio. Recosté mi cabeza en la cama y cerré los ojos, respirando agitadamente, inhalando aire con desesperación. Escuché un llanto, y abrí los ojos pero no vi a mi bebé. Edward seguía a mi lado, limpiándome el sudor de la frente, pero el llanto seguía ahí. Mi novio miró hacia una de las enfermeras y ahí la vi por primera vez, en los brazos de esa mujer, envuelta en una manta color rosa.
La enfermera se inclino hacia mí, y pude ver el rostro de mi pequeña en todo su esplendor, mi corazón ya bastante agitado, comenzó a latir más de prisa. Acuné mis brazos para recibir a Renesmee y sentí su peso cuando la enfermera la deposito completamente en mis brazos. El llanto ceso. Tenía sus pequeños ojos cerrados, su cabello delgado y delicado era del mismo color que el de Edward, a quien miré de inmediato. Tenia sus ojos puestos como hipnotizado en nuestra bebé. Sonreí y dirigí mi mirada de nuevo a mi hija. Acaricie despacio su rostro, tenia miedo de lastimarla, sus manitas estaban cerradas en pequeños puños. Era diminuta, era frágil. Era mía.
o.O.o.O.o.O.o
Desperté en la habitación reservada especialmente para mí. Escuché las olas del mar a lo lejos, el sol se filtraba por los enormes ventanales que ocupaban el espacio de toda una pared y eché una almohada encima de mi cara. Gemí resignada, el día había llegado. Suspiré antes de ponerme de pie y caminar hacia la cuna de Renesmee, la pequeña tenia ya seis meses y era la sensación de la familia Cullen, y como no, era adorada por Charlie quien todos los días desde su nacimiento, pasaba todas las tardes con ella.
Renesmee no estaba en su cuna, de pronto la puerta se abrió, Rosalie entró con mi pequeña en los brazos, detrás de ella estaba Alice con las manos igualmente ocupadas, aunque no por una bebé, mas bien por cientos de artículos de belleza.
— Buenos días amor — saludé a mi bebé y la tomé en brazos.
— Despertó desde muy temprano — me dijo Rosalie, dándome el biberón.
— Pero entramos por ella para que no te despertara, es mas deberías dormir un par de horas mas.
— No podré hacerlo — me senté en la cama y comencé a alimentar a mi hija — siento que el corazón se me saldrá por la boca.
— Ah no — replico Alice — ni aunque se te salga te vas a salvar de casarte hoy con mi hermano.
— Hubiera sido todo más fácil en Las Vegas.
— Estas completamente loca — Alice me miro como si hubiera dicho algo muy, muy malo — nadie de la familia Cullen que yo haya visto viva se casaría en Las Vegas delante de Elvis. Dale la bebé a Rose.
— ¿Por qué?
— Isabella — Alice me amenazaba con una plancha para el cabello — tengo solo ocho horas para arreglarte, no es suficiente tiempo cuando tienes a una chica terca incapaz de delinearse un ojo sin sacárselo en el intento. Así que dale la bebé a Rosalie.
No pude replicar mas, le di un beso en la cabeza llena de rizos a mi hija y se la di a Rose quien se la llevo de la habitación y a quien no volví a ver el resto de la mañana.
Alice me empujó literalmente al baño, donde me relajé en la tina aproximadamente una hora, las olas que llegaban a Isla Esme me ayudaban a relajarme y respirar con tranquilidad, imaginando que esto podría ser solo unas vacaciones, no un viaje para salir de aquí casada. Pensé en todo lo que me había llevado hasta ese lugar. Desde la primera vez que vi a Edward, hasta el nacimiento de Renesmee. Estar casada y con una hija a los veinte años, definitivamente no era la vida que había planeado. Pero que mas daba, era feliz, después de todo lo que había pasado no podía pedir más para ser feliz. A veces me preguntaba si en verdad me merecía todo lo bueno que me pasaba. Aunque no se lo comentaba a Edward, pero después de haberme metido en su matrimonio, ya algo destruido dicho sea de paso, pero igual estuvo mal lo que hice. Sin embargo no me arrepentía. Y si lo tuviera que volver a hacer, lo haría de nuevo.
Solo estaba segura de una cosa. Había comenzado esta aventura como la amante de Edward, pero definitivamente quería ser su amante toda la vida.
Edward POV
— ¿Qué harías si se arrepiente? — mi paciencia estaba por acabarse y Emmett rogaba ser golpeado con esas preguntas.
— No se va a arrepentir — dije entre dientes mientras terminaba de abotonar la camisa.
— Lo que quiero decir es que Bella le tiene pánico al matrimonio, pero eso ya lo sabias, nada mas imagínate tu en el altar, después de decir el "si acepto" que te echará la soga al cuello de por vida, bueno eso teniendo en cuenta que tal vez no sea de por vida, eso mismo pensaste de Tanya y resulta…
— ¡Emmett! — Había colmado mi paciencia, y aunque era mi mejor amigo, podía golpearlo hasta hacerlo callar — largo de mi habitación.
— Pero yo solo decía…
— ¡Largo! — traté de contenerme, sabia que después me arrepentiría si le decía algo hiriente, conocía la forma desesperante de ser de Emmett, y también sabia que solo eran los nervios de la boda los que me tenían de mal humor.
— Está bien — Emmett se puso su saco y camino hacia la puerta — pero te arrepentirás de no haberme dejado continuar, ya casi llegaba a la parte donde te doy un par de consejos sexuales para que aprendas a utilizar mejor tu…
— Fuera — esta vez fue Jasper quien le cerró la puerta en la cara.
— Es un idiota — murmuré indignado — yo sé utilizarlo.
— Tienes una hija que lo respalda — Jasper intentaba no reír y yo asentí.
Tomé la corbata y empecé a hacer el nudo, pero mis manos estaban lentas y nerviosas, afuera a unas cuantas habitaciones estaba Bella, vestida de blanco y en menos de media hora seriamos marido y mujer. Terminé con la corbata y me puse el saco, me miré de nuevo en el espejo y pasé mi mano por mi cabello ya despeinado.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó Jasper a punto de salir de la habitación.
— Feliz — respondí sin titubear y sonreí, Jasper me devolvió la sonrisa y salió del cuarto, unos segundos después hice lo mismo.
La casa estaba en completo silencio, escuche la risa de mi hija afuera, en los brazos de Esme. La decoración, obra de Alice por supuesto, era exquisita. Unas cuantas sillas cubiertas por mantas blancas y con un moño en color rosa en el respaldo estaban acomodadas frente al que seria el altar, dejando un pasillo de pétalos de flores para que pasara la novia. El altar, con el mar como fondo era una mesa sencilla con mantel blanco y adornos florales, bajo un pequeño y modesto marco de flores.
Mis padres tomaron asiento al frente, junto con mi hija quien estaba preciosa, llevaba un vestido blanco, el cabello rizado ondeaba con el viento mientras ella jugaba con el collar de Esme y sonreía. Después estaban Angela y Ben quienes habían venido desde Forks, finalmente estaba Jessica, a quien yo no estaba muy contento con invitar, pero Bella había insistido, así que con tal de verla feliz había accedido.
Salí al patio y pude ver a lo lejos, bajo sombrillas el espacio para la recepción, mesas de madera con sillones puf alrededor, las copas brillaban con la luz de sol que amenazaba con ocultarse pronto. Quizás esta era la vocación perdida de Alice.
— ¿Qué haces ahí todavía? — Preguntó Alice al verme, estaba preciosa en su vestido rosa que combinaba con los adornos de la sillas — ve a ponerte en tu lugar pero ya.
No repliqué entusiasmado por ver pronto a Bella, de quien me había privado desde la noche anterior. Ya en sus lugares estaban Jasper y Emmett, mis dos padrinos, Jasper sonrió y Emmett se aflojo la corbata como si se estuviera asfixiando, haciendo alusión a "la soga al cuello" que estaba a punto de echarme. Esta vez no me importo y sonreí. El padre de Angela oficiaría la ceremonia y mis nervios se dispararon cuando la marcha nupcial comenzó a sonar. Mire hacia la casa pero solo vi a Rose salir caminando con elegancia hacia el pasillo que formaban las sillas. No pude ponerle mucha atención, solo pensaba que nunca la había visto caminar tan lento. Segundos después apareció Alice, sonriendo con extrema alegría, pero mis ojos estaban ocupados en el ángel que apareció ante mí.
Del brazo de su padre, Isabella parecía flotar, su vaporoso vestido blanco se movía con el viento, contrastando con la blancura de su piel y de la tela, su cabello castaño estaba rizado y sujeto apenas un poco con el velo transparente, nuestros ojos se cruzaron y ella sonrió, se mordió el labio y bajo la mirada, cuidando de no tropezar con el vestido. Llego hasta mi sana y salva y aun sonriendo.
— Sabes que tengo una pistola en casa ¿verdad? — dijo Charlie, ocasionando las risas de los presentes, menos la mía, sabia que lo decía muy en serio.
— ¡Papá! — regañó Bella.
— Lo sé jefe Swan.
— Cuídala mucho muchacho — y me ofreció su mano, la cual tomé con delicadeza entre las mías y deposité un ligero beso.
— Te ves absolutamente hermosa — susurré y le sonreí a mi futura esposa al ver el ligero rubor en sus mejillas.
Nos pusimos de frente al señor Weber, quien comenzó con la ceremonia, y no es que no me importaran las palabras del señor Weber, era solo que no veía la hora en que nos declarara marido y mujer, tampoco es que creyera que Bella saldría corriendo arrepentida, por que la miraba ahí, a mi lado, tan serena y feliz, sus labios formaban una perfecta sonrisa. Me di cuenta entonces que este era mi lugar, al lado de Bella, de mi hija y con mi familia. Había estado tan equivocado tiempo atrás, ahora lo sabia, por que esto se sentía tan bien, tan correcto y sin duda sería para toda la vida.
El señor Weber me hizo la pregunta que durante toda la ceremonia estuve esperando, miré a mi novia y sonriendo como estúpido respondí:
— Si, acepto — Bella me devolvió la sonrisa y contuve la respiración mientras el señor Weber le hacia la misma pregunta, no respondió de inmediato y mi corazón palpito más de prisa, me miró y noté en sus ojos un rastro de diversión, estaba jugando con mis nervios. Después de unos segundos que me parecieron años contesto:
— Claro que acepto — solté al aire que estuve conteniendo y antes de que el señor Weber nos declarar marido y mujer, tome a Bella y la besé, adelantándome a los hechos, al fin y al cabo nuestra relación no había sido normal, nuestra boda no tenia por que serlo.
Sus manos rodearon mi cuello y le abrí paso a su lengua dentro de mi boca, acerqué mas su cintura a mi cuerpo, mientras escuchaba los susurros y los aplausos de mi familia y por increíble que parezca, la sonrisa de mi hija, eso fue lo único que hizo que me separara de mi ahora esposa, ambos miramos hacia donde se encontraba Renesmee quien reía a carcajadas e intentaba aplaudir también. Bella me miró sorprendida y la sonrisa iluminó su rostro. Era la primera vez que nuestra hija sonreía de esa manera, parecía estar feliz de vernos juntos a su madre y a mí. Bella camino hasta ella y la tomo en sus brazos, yo la seguí y abracé a ambas, miré a mi familia quien estaba asombrada de la reacción de mi hija y después miré de nuevo a mi esposa, quien feliz besaba a mi hija.
— Las amo — dije despacio, solo para que ellas me escucharan.
— Nosotras también te amamos Edward — y besé a mi esposa, disfrutando de la felicidad que nos esperaba.
o.O.o.O.o.O.o
Siete años habían pasado desde el nacimiento de Renesmee.
Ahora vivíamos en Chicago, yo seguía ejerciendo como maestro y Bella había terminado la Universidad. Ahora esperábamos que su primer libro fuera aprobado por la editorial y fuera publicado. Contrario a lo que ella decía tenía una imaginación muy vivida, que iba desde las hadas y los unicornios de los cuentos que escribía para Renesmee, así como interesantes historias de amor entre vampiros y humanos. Por eso no dudaba que pronto recibiríamos la noticia que tanto esperábamos.
Llegué a casa después de comprarle a mi hija su regalo de cumpleaños, que según Alice le encantaría. Al abrir la puerta sentí a mi pequeño terremoto saltar en mis brazos.
— ¡Papi! — grito una vez que la alcé.
— ¡Feliz cumpleaños princesa! — Besé su frente y noté, que esa tarde era literalmente una princesa, traía una tiara de plástico, y un vestido azul, como el de Cenicienta, su princesa favorita — que hermosa estás.
— El vestido me lo regalo mi abuelo Charlie — me presumió su lindo vestido una vez que la puse en el suelo.
— ¿Ya abriste los regalos? — alcé una ceja.
— Solo el de mi abuelito Charlie, es que mi mamá no me dejaba abrir ninguno y yo me desespero, así que convencí a mi abuelito con los ojos tiernos que me enseño mi tía Alice — confeso la pequeña chantajista que tenia por hija, poniendo esos ojitos de nuevo — ¿puedo abrir el tuyo?
— ¡No! No, ni se te ocurra.
— Pero papá…
— No lograras nada esta vez — le advertí, la noche anterior la había dejado comer helado antes de cenar, y me había echado de cabeza delante de mi esposa.
Resignada dio media vuelta y desapareció escaleras arriba.
— ¿Amor?
— En la cocina — contestó. Entré a la cocina y ahí estaba mi flamante esposa.
— Supe que Charlie cayó ante los encantos de Renesmee — dije abrazando por la espalda a Bella, acariciando su apenas perceptible pancita de tres meses de embarazo.
— Charlie es el abuelo mas consentidor que he conocido, temo que un día le pida la pistola y él se la de — se estremeció y yo sonreí.
— ¿Crees que será igual con el que viene? — pregunté, poniendo mi barbilla en su hombro.
— ¿Has visto como trata a Emily? — si que lo había visto, la hija de Emmett y Rosalie, dos años menor que Renesmee era igual de consentida por su abuelo.
— Quizás sea niño — dije ilusionado con la idea.
— Eso seria peor — suspiró y se giró para quedar frente a mí — tendrá a alguien a quien enseñarle de pesca, béisbol, futbol americano, etcétera.
— No será tan malo — me acerqué y la besé despacio en los labios, a pesar del tiempo, disfrutaba los momentos a solas con Bella, el olor a fresas de su cabello aun me encantaba y mi cuerpo reaccionaba al tenerla cerca. Ella se separó, alejándose de mí.
— Alice y Jasper llegaran en cualquier momento — gemí cuando no sentí su cuerpo al alcance de mis manos.
— ¿Ya está todo listo? — pregunté
— Si, las cosas de Renesmee están acomodadas y ella viajara en su vestido de princesa — sonrió, pero después su rostro se entristeció,
— ¿Qué pasa? — le pregunté acercándome de nuevo a ella.
— Será la primera noche que no pasemos con nuestra hija.
— Pero será solo hoy amor, mañana los alcanzaremos en Disneylandia.
— Lo sé, es tonto ¿verdad?
— No amor, yo también la extrañaré hoy, pero se que estará en buenas manos con mi hermana y con Jasper.
El timbre de la puerta interrumpió nuestra conversación, Renesmee bajó las escaleras arrastrando su maleta color de rosa adornada con miles de estrellas de colores, regalo de Alice, por supuesto. Bella abrió la puerta y mi hermana entró, seguida de su novio.
— ¡Tía Alice! — gritó Renesmee, y corrió hacia ella del mismo modo que lo había hecho conmigo, sin embargo Jasper se interpuso y fue él quien la cargo.
— Hola pequeña, ¿estás lista para conocer a Mickey Mouse? — preguntó Alice.
— ¡Si! Y también a Cenicienta.
— Bueno pues vámonos por que perderemos el vuelo — Jasper puso a mi hija en el suelo y tomó la maleta — nos vemos mañana.
— Alice — habló Bella — por favor cuídala muy bien, Jasper tienes que estar atento a Renesmee por que es un huracán, en un minuto esta junto a ti y al siguiente ya no está a la vista y…
— Bella, tranquila, yo cuidaré de Renesmee como si fuera mía propia.
— Lo dice por que estoy embarazada y tiene que irse entrenando.
El comentario nos dejo a todos callados, pero especialmente a Jasper quien miró a Alice bastante sorprendido.
— ¿Embarazada? — preguntó perplejo.
— Mes y medio — Alice sonrió y abrazó a Jasper, quien la cargó en el aire, yo por mi parte cargué a mi hija y abracé a Bella.
— Muchas felicidades hermanita — quise abrazarla también, pero Jasper simplemente no la soltaba — y buena suerte Jasper.
— Dirás buena suerte para los dos, nuestras mujeres están embarazadas, con solo mes y medio de diferencia, esto será un mar de hormonas revolucionadas — y entonces temí por mi vida.
— Son unos exagerados, ahora vámonos o perderemos el avión.
— ¡Si, vámonos! — Mi hija me dio un beso en la mejilla y yo la abracé con fuerza — te quiero papi.
— Yo también, te quiero, pórtate bien.
— ¡Mami! Te voy a extrañar — se abalanzó sobre Bella y la abrazó por la cintura.
— Yo también cariño, pero mañana nos veremos — le dio un beso en la frente a nuestra hija, nos despedimos de mi hermana y Jasper y salieron, llevándose a nuestra hija.
— Espero que esta separación valga la pena — Bella se sentó en el sofá de la sala, mirando fijamente el teléfono. La razón de no viajar con nuestra hija ese mismo día, era por que John, el último agente editorial que había leído el libro de Bella, le daría una respuesta antes de que terminara el día.
— Ya veras que si, en cualquier momento sonara ese teléfono, y será pronto una escritora publicada — la animé, me senté a su lado, ella recostó su cabeza en mi hombro y comencé a tararear la canción que le compuse, aquella con la que le propuse matrimonio.
— ¿Intentas hacerme dormir? — preguntó en un susurro.
— Intento relajarte — seguí tarareando despacio, apenas perceptible para su oído, quizás nos quedamos dormidos, o probablemente no paso ni un minuto, pero el sonido del teléfono nos exalto a ambos, y Bella contestó de inmediato.
— Diga — hizo una pausa, esperando que la otra persona hablara, me miró en señal de que era la llamada que estábamos esperando, sin embargo no me dio mas pistas de lo que pasaba, solo contestaba con "si" "no" y finalmente un simple "gracias". Colgó el teléfono y temí lo peor, no seria la primera vez que le rechazaban el libro, pero en vez de hacer el rechazo más fácil, lo complicaba demasiado.
— Les gustó y lo van a publicar — susurró, me levanté del sofá y Bella saltó a mis brazos, ahora si teníamos todo para ser felices.
Bella POV
Era extraño que estuviera haciendo esto, y es que no iba conmigo. Pero quería darle una sorpresa a Edward, y era una oportunidad que no podía dejar pasar, Renesmee no estaba en casa, por lo tanto podía desinhibirme sin temor a que nos escuchara.
— Amor, ¿cuánto tiempo mas vas a quedarte ahí adentro? — Edward se notaba desesperado, después de la llamada de John, le prometí una sorpresa y yo tenia unos veinte minutos encerrada en el baño, suspiré y me puse los lentes, el toque final. Me vi en el espejo y me pregunté si no me vería ridícula. Quizás Edward se reiría de mí, y eso no lo soportaría. Sin embargo me arme de valor, y caminé despacio, intentando no tropezar con los enormes tacones de aguja que llevaba puestos. Abrí la puerta y salí a la habitación y cerré los ojos, esperando la reacción de Edward. Pero no hubo ninguna, al menos no audible.
Abrí los ojos y mire a mi marido sentado al borde de la cama, sin camisa, dejando ver su formado pecho, que inmediatamente disparó los latidos de mi corazón. Me miraba fijamente, pero no de manera divertida como quizás me lo esperaba, al contrario, había deseo y pasión en sus ojos. Así que decidí dar un par de pasos mas, él se puso de pie y recorrió mi cuerpo de arriba a abajo, aunque lo había hecho muchas veces, aun lograba que me sonrojara.
— Señorita Swan — dijo, siguiéndome el juego, y entonces el temor y la vergüenza se fueron. Enfundada en una minifalda a cuadros, calcetas blancas hasta la rodilla y una blusa que solo cubría mis senos, me acerque mas a él — está usted condenadamente sexy.
— ¿Eso, es malo? — acaricié su pecho desnudo con mi mano hasta llegar al elástico del pantalón de la pijama.
— Muy malo — su voz se volvió ronca cuando metí la mano dentro del pantalón — y podría castigarla por eso.
Lo besé con una infinita pasión, con deseo y amor, todo mezclado en ese beso. Intentado decirle que no me había olvidado, después de seis años de matrimonio, de nuestra historia, de cómo habíamos comenzado, y de todo lo que habíamos pasado para llegar hasta aquí. Hundí mis manos en su cabello, profundizando el beso, mientras sentía sus manos acariciando mis piernas, gemí en su boca y rompí el beso para tomar aire.
— Te amo, señorita Swan — su tono esta vez fue de lo mas dulce.
— Yo te amo a ti, profesor Cullen — y lo bese de nuevo, rindiéndome ante sus besos.

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